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viernes, 8 de octubre de 2010

ESCAPARATE

Puesto que mi otro yo me niega su llegada,
convenientemente reformado y libre,
desprovisto de muletas y de lastres,
dueño de su abrazo y su palabra,
feliz,
alegre,
vivo;
sólo me queda abrirme en canal
y exponerme a la vista de todos,
las vísceras sobre el mostrador y el interior desnudo:
la cicatriz que cruza la mirada,
el corazón parsimonioso y mudo que llora en todas las esquinas,
el hígado repleto de fracasos,
los pulmones cargados de nostalgias,
el rictus triste de la boca,
las manos paralizadas de impotencia.
Todas mis muertes en el escaparate
a la espera de que,
desde tu silencio,
me comprendas.

1 comentario:

  1. Comprendo bien tu herida y tus sollozos,
    comprendo las aristas de tu grito,
    comprendo ese dolor que viene escrito
    en las costuras internas de tus gozos.

    Pero sé que hay un mar de aguas fecundas
    saliendo de tu herida a borbotones;
    sé que sabes atar mil corazones
    a tus raíces firmes y profundas.

    Por eso yo me cobijo al abrigo
    de tu fuerza y tu afecto sin medida;
    y así ante los rugidos de la vida
    no temblaré, pues tengo un buen amigo.

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