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jueves, 7 de octubre de 2010

LA NIEBLA DEL OLVIDO

Siento como la niebla del olvido cae sobre mí. Las palabras se escurren entre las grietas de mi memoria. No encuentro caladeros en los que pescar la palabra justa, el vocablo certero. Huyen de mi, trazando redes difusas, pero reales, en las que quedo atrapado pendiente de un verbo. En el final fue el verbo perdido. Las persigo y tropiezo una y otra vez entre la bruma. Sin ellas no soy, no existo. Rastreo el olor de su semántica buscando allí mi propio significado. Las atrapo y vuelven a escapar. Juegan al escondite mientras yo tiendo puentes hacia la nada. Se marchan una a una mientras contemplo exhausto como esa lenta llovizna de silencios penetra en mi mente. Y no están cuando las quiero tener, y no soy nada, sólo silencios.
Siento como la niebla del olvido cae sobre mi y los nombres que me han nombrado desaparecen en ella; sus rostros, sus gestos. Y desaparezco con ellos y me revuelvo entre el denso humo del olvido queriendo agarrar las palabras justas, sólo las importantes que me permitan sobrevivir con dignidad; palabras perdedoras sobre las que cimentar mi pequeña victoria. Ser yo perdido entre la niebla.
Siento como la niebla del olvido cae sobre mí y me va absorbiendo y contemplo mi propia desaparición. Sólo contemplo. Sólo contemplo. He sido. Soy nada.


Estoy diagnosticado de esclerosis múltiple desde hace nueve años, el texto anterior lo escribí hará unos seis. No es verdad. Hoy me encuentro claramente peor que en ese momento, pero sigo siendo. No sólo contemplo, soy actor y, en determinados momentos, soy también protagonista. Es por eso quizá por lo que ahora escribo esto, por dejar constancia de que estoy vivo y que toda la experiencia me aporta sabiduría, y que todo el dolor, paradójicamente, me aporta felicidad. Por eso lanzo este mensaje encerrado en esta botella al mar de Internet, por si alguien la encuentra y lo lee y le aporta algo, y le sirve de algo.

1 comentario:

  1. Bello texto, Jesús, aunque hiera como un cuchillo discreta pero concienzudamente afilado.

    Espero que mucha gente consigua beber de esta botella que lanzas al ciberespacio: se emborracharían de vida. Porque estás vivo, ya lo creo que estás vivo, muchísimo más que todos esos -demasiados, para mi gusto- que pasean su obscena superficialidad en cuerpos inmaculados y perfectos.

    Como diría Rafael Amor -al que tanto queremos ambos-" "vivir no es estar vivo, corazón, vivir es otra cosa". Y en eso, querido Jesús, eres y seguirás siendo "maestro".

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