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viernes, 28 de enero de 2011

LA DERROTA


Acabo de leer Anatomía de un instante, de Javier Cercas, la crónica del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 escrita a partir de un gesto, el de Adolfo Suárez permaneciendo sentado mientras las balas de los golpistas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso de los Diputados y los demás parlamentarios –salvo Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo- se ocultaban bajo sus escaños. Suárez ya era entonces un derrotado y a pesar de eso, o quizás por eso, se trata de un gesto de coraje y rebeldía, libérrimo y póstumo, como lo califica Cercas. Con todo ello, un gesto cargado de estética y de ética, independientemente de la valoración de la labor política realizada por Adolfo Suárez y de su catalogación como persona y personaje público. Esto quiere ser una reflexión sobre el papel de la derrota en la vida y sobre el papel que le asignamos a los derrotados. Mientras leía el libro no podía evitar realizar la similitud entre la situación política y personal de Suárez, en ese momento, y la de Zapatero, en éste. La victoria tiene muchos padres y amigos, la derrota casi ninguno. Permanecer en pie es la pretensión de mantener la dignidad en ella, pero también asumir su responsabilidad en la misma. Sin embargo, de la derrota se huye, casi siempre se proclama la inocencia y suele ser el gran festín para los miserables. Los buitres se multiplican al olor del cadáver, nada une más que un enemigo común, un chivo expiatorio, una proclama que gustosamente se asume como propia, importa la carnaza, no tanto las razones para el asesinato; importa la ocasión para el vituperio y el desollado, las gaviotas, animales carroñeros, fácilmente se transforman en buitres, pero muchas supuestamente palomas, sorprendentemente también lo hacen.
El error es un suceso plenamente humano. La derrota también, forma parte de nuestra vida, en manera alguna es deshonrosa, sí puede serlo la actitud que mostremos ante la misma: su negación, la compulsiva exculpación, la abdicación presurosa a aquellas convicciones o realidades que nos llevaron a la misma, la búsqueda del responsable, del chivo expiatorio, en definitiva, renunciar a incorporarla como un hecho más de nuestra existencia, a aprender de la misma, a crecer con ella. Derrota no tiene por qué ser sinónimo de equivocación, tampoco de acierto, no un hecho del que avergonzarse, es un dato más de nuestra vida en el que como en todo acontecimiento toca mantenerse erguido y aprender, a nuestro alrededor muchos habrá que escondan la cabeza y muchos también que se apresuren a coger la piedra y a lanzarla o a ir de nosotros como apestados. Mantenerse erguidos, aprender y crecer como persona.
Pero la derrota también es un dato biológico, quizás la enfermedad y la vejez lo sea, no de humillación. La derrota nunca hacer perder la dignidad, la puede hacer perder nuestra actitud ante la misma; al contrario, esa actitud ante la derrota nos puede hacer aumentar la dignidad, quizás esa que nunca tuvimos. La enfermedad, la vejez, la muerte, nos puede ofrecer la oportunidad para ese gesto de coraje, libérrimo, de sabiduría, ético y estético, ese gesto que puede ser que nunca tuvimos y que ni siquiera imaginamos llegar a tener. Ese gesto por el que se nos recordará, por el que otros se sentirán orgullosos de nosotros; ese instante, quizás, en el que por fin fuimos libres, por fin felices. En el que otros huyen o que culpabilizan a los demás, o en el que muchos nos rehúyen, por el que sienten miedo, como nosotros, pero que nos ofrece la oportunidad de ser la persona que siempre quisimos ser, la ocasión de sentirnos redimidos de tanta mediocridad, de cerrar nuestro historial de derrotas no con una victoria de mierda sino con el triunfo sencillo, silencioso, libérrimo, una vez más, de un derrotado.

VEJEZ

“Yo no me siento viejo. La juventud está en la cabeza”. Yo callaba. No tenía nada que decir positivo ante este tópico que todos hemos repetido hasta que se hace tan evidente para ti su trivialidad y su irrealidad por lo que forzosamente dejas de hacerlo. Yo sí me siento viejo. No me vale que la cabeza vaya por donde quiera, ésta se encuentra encerrada, atrapada, en un cuerpo que también va por donde quiere. Me siento disociado en dos componentes que responden a estímulos diferentes y que tienen expectativas muy diferentes también pero que se encuentran obligados a cohabitar. Mi cabeza podrá mantener la lucidez y ser capaz de crear, de producir novedades, y de mantener un cierto nivel contestatario de aspecto lejanamente juvenil; pero mi cuerpo a lo más que puede aspirar es a no cansarse, sus sueños no van más allá de quinientos metros (siendo muy generoso) o de mantener las fuerzas suficientes como para tener un mínimo de autonomía. La autonomía que le sobra a mi cabeza, le falta a mi cuerpo. Pero no se trata de un divorcio en toda regla, mi cabeza (mi alma quizá, hablo de la cabeza como si no formara parte de mi cuerpo) ha ido conformándose también con esas limitaciones y forzosamente ve la vida de otra manera, no diré que peor, sí claramente distinta. Aspiro a que ella también sea capaz de ejercer una influencia suficiente sobre él como para que éste no se abandone y renuncie a vivir.
Esa noche, a la vuelta de una cena con amigos, me miré al espejo del cuarto de baño y confirmé que éste no admite engaño alguno. Dónde antes podía haber una frente despejada ahora hay una excesivamente despejada, excesivamente; las arrugas no son postizas y dónde antes pudo haber la mirada chispeante de la juventud ahora hay una cargada de años, más serena, también más triste; más tierna, también más vencida. Eso son años, majete, y el paso de los años, digamos lo que digamos, se puede llevar de una manera o de otra, pero con él se va la juventud por mucho que intentemos disfrazarlo.
Me miraba y veía algo más. Veía a mi padre. La tripeja colgando y cargada de estrías, más hecha de carne y pellejo dado de sí que de grasa; las extremidades cada vez más delgadas por ausencia de musculatura; el sexo escondido, asustado quizás, desmemoriado y turbado de verse así reflejado en el espejo, y una imagen general de desvalimiento que me recordaba a él. Me recordaba su mirada de animalillo asustado preguntándose quien le protegería ahora con la que me observaba la primera noche en que se quedó solo y fui a arroparlo y despedirme de él; y sobre todo el primer día (y siguientes) en el que le ayudé en la ducha. Su cuerpo pudorosamente tapado al principio por el albornoz color crema y gastado por las lavadas, que se veía forzado a exponerse al otro. Ayudándole a entrar en la bañera levantándole la pierna izquierda que era la que arrastraba, rociándole de agua por todo el cuerpo, enjabonándole después. Resultaba para mí una situación embarazosa, no por la desnudez del cuerpo sino por la sensación de abandono que percibía, de papeles cambiados, quién era en ese momento el padre y quién el hijo. El embarazo aumentaba cuando con la esponja enjabonaba sus genitales, las bolsas de los testículos fuertemente caídas envolviendo amorosamente un pene minúsculo. El silencio entre los dos durante este ritual que los dos vivíamos con cierta solemnidad sabiendo que marcaba un punto sin retorno. El momento de secado más relajado pues se iba acabando la incomodidad y el desconcierto. Esa primera vez quedó grabada en mí. Cuando todo terminó me retiré a llorar como un chiquillo, a escondidas, sollozando y moqueando, humillado yo, no él, por haber vivido mi primer momento de ternura con él, haber tenido que esperar hasta llegar a este punto para poder tenerlo. Cuantos años perdidos, cuántas ocasiones desperdiciadas. No me vengáis con que la juventud está en el cerebro.
Uno dejó de ser joven cuando comió del árbol prohibido, cuado dejó de creer en la magia y en los milagros, cuando ve la vida con ojos desencantados, forzosamente desencantados. Cuando la carga sobre las espaldas se siente mucho más que el horizonte que se vislumbra, cuando no podemos obviar todo lo que va quedando atrás, salvo que uno se convierta en un mal actor siempre sobreactuando en el papel de joven, convertido en la patética estampa de una memoria en la que nada es capaz de dejar huella alguna, resistiéndose a que la vida le haga madurar. Cuando comprendió que la juventud no es El Dorado en el que es necesario permanecer eternamente, que no existe El Dorado, sólo existimos nosotros, con más o menos pelo, con más o menos arrugas en el cuerpo y en el alma, siempre con sueños que cambian de forma y de color pero que no dejan de ser sueños; desenredando como podemos las lianas que crecen a nuestro alrededor.
Me metí en la bañera para darme una ducha. Me costó levantar la pierna derecha y me tambalee al introducirme en ella, me agarré como pude a la mampara de la bañera mientras me apoyaba en la pared. Abrí la ducha y dejé que el agua cayera sobre mí. Ese llanto externo sintonizaba perfectamente con el estado de ánimo que tenía en aquel momento. El agua recorría mi rostro y el cuerpo entero, arrastrando consigo parte de ese estado melancólico que me acompañaba y que me acompaña. Cuerpo y cerebro unidos en un solo estado sensorial.
Salí de la bañera con la misma dificultad y tuve que sentarme en la taza del inodoro para no tener problemas con el equilibrio. Me coloqué el pijama y me fui a la cama. Al sentirme entrar ella se arrimó a mí y me abrazo en silencio. No sé cual es el tiempo de la juventud y de la vejez, no sé cuando se cumplen los sueños y si realmente hay algunos que lo hacen, no sé en qué estriba la verdadera madurez, no sé en que tiempo estoy. Sí sé lo que es la ternura y que siempre es tiempo propicio para ella, sí sé que mientras pueda abandonarme en sus brazos estaré a salvo de muchos estragos de la edad. Joven o viejo recorreré mis avenidas cargado de misericordia y sensibilidad y llegaré al final hecho un hombre, minusválido en algunas cosas, castrado en otras, pero lleno de humanidad. Es lo que ahora me importa.

martes, 25 de enero de 2011

LUGARES COMUNES ( y 5): Los quemados




5. LOS QUEMADOS.


Ramillete de lugares comunes

Todo, la Administración, las familias, la sociedad, los alumnos, todo ha colaborado a la generalización del sentimiento de quemado en el docente.

¿En qué consiste el síndrome del docente quemado? Se trata de una compleja manifestación de síntomas que sufren los maestros y profesores que deben enseñar en un ambiente plagado de hostilidades. ¿En qué consisten esos síntomas? El docente quemado es un docente que se siente fatigado y sin energía, insatisfecho con su trabajo, muy crítico con su entorno laboral pero a la vez muy resistente al cambio.
Test. 1.- Sentirse mal pagado y sobrepasado por el trabajo. 2.- Sentirse desvinculado del centro donde se trabaja y de los compañeros. 3.- Sentirse incapaz de hacer frente a problemas de indisciplina, a alumnos con necesidades educativas especiales o al trabajo burocrático. 4.-Sentirse cansado, irritado o deprimido al acabar la jornada laboral. 5.- Faltar al trabajo frecuentemente debido a problemas leves de salud, como resfriados. Contestar sí a una de estas preguntas denota sufrir Estrés laboral y decir si a tres de ellas denota estar quemado.
La experiencia de sentirse quemado es una experiencia personal legítima y natural en muchas ocasiones, pero es necesario hacer dos apreciaciones:
1. Se trata de una experiencia absolutamente personal no corporativa. Se produce por el desequilibrio continuado existente entre esfuerzo y resultados. No es justificable que pueda argumentarse cuando no hay esfuerzo o cuando no ha habido tiempo. No se trata de una experiencia corporativamente hereditaria y es inaceptable que profesorado de recién ingreso e incluso interino achaquen eso para justificar sus actitudes.
2. El único causante no es el ambiente hostil. Ese desequilibrio entre esfuerzo y resultados puede deberse en buena medida a una falta de formación de los docentes tanto la inicial como la permanente, se debe formar a los docentes para enseñar a los chicos y chicas reales qué se van a encontrar en los colegios e institutos con los problemas que tienen hoy en día. Se debe cuidar la formación de los profesores noveles apoyándolos y guiándolos en sus primeros cursos (que no se hace, con frecuencia se le adjudican los cursos más problemáticos, un tratamiento de choque). Se debe capacitar a los docentes para desempeñar su función de la mejor manera posible. Pero todo este se debe no nos puede hacer olvidar que también se trata de un deber nuestro, la conciencia de nuestra responsabilidad en ese estado y el deber de buscar las salidas personales y educativas de él.
3. El síndrome de quemado conlleva un componente ideológico muy crítico y muy resistente al cambio. La manera de hacer más llevadero ese sentimiento es extenderlo a los compañeros. Ese componente ideológico es fuertemente subjetivo, que responde a una experiencia personal de la que debemos ser conscientes. Transmitir amargura no mitiga la amargura la aumenta, aunque pretende calmar nuestra conciencia (mal de muchos…) Es legítimo aceptar el síndrome y aceptarse como tal, especialmente cuando uno ha luchado mucho antes, pero no lo es intentar contagiarlo. Una realidad quemada preponderante hace que las nuevas generaciones se acomoden a él asumiendo su discurso como lugares comunes sin haber alcanzado razones suficientes para caer en él.


Conclusiones teóricas.

 Desencantamiento y conformismo social. Fatalismo. Fagocitosis del innovador.

Al oficio cargado de deberes y cargador de las dolencias del mundo propio de una visión moralizadora y “sacerdotal” de la profesión le ha seguido el camino hacia la indolencia cada vez mayor propia de una visión “neutral” de una burocracia ajena a los desequilibrios de la sociedad. Ese desencantamiento libera a la visión de la realidad de magia alguna y genera dos consecuencias, la primera la dependencia de la racionalidad, pero de una racionalidad del burócrata , una racionalidad de medios, técnica, que pretende ser neutral; la segunda el conformismo social resultante, no importa lo que le sucede a los demás y, si importa, nada se puede hacer. Se adopta un fatalismo que conduce a la pasividad y al inmovilismo. En ese contexto, ante un planteamiento innovador de un compañero se suele reaccionar con la descalificación, bien de la propuesta (poco elaborada, ya realizada sin éxito, escasa viabilidad, con graves efectos secundarios...), o bien del profesor (ingenuidad, sospecha de sus pretensiones, protagonismo, inmadurez...). A este comportamiento M. A. Santos Guerra lo llama fagocitosis del innovador. Fenómeno que a la par que calmar conciencias sirve para apaciguar ánimos y eludir posibles conflictos derivados de situaciones de innovación.

Un ramillete de consejos

 No perder la ilusión.
 No equivocarse. La motivación no viene de fuera, somos nosotros mismos quienes nos debemos motivar. Ser honrados con nosotros mismos, ver si realmente es en esto en lo que queremos trabajar, podemos hacer mucho daño a los niños.
 Cuando uno empieza tiene grandes proyectos (o debería), quiere hacerlo muy bien, llegar a todos los niños… con el tiempo estos proyectos se van reduciendo, pero nunca hoy que quedarse sin ellos.

Un último consejo

En el sitio más inhóspito una persona marca la diferencia.

Para bien o para mal una persona marca la diferencia. Siempre será nuestra responsabilidad cual ha de ser nuestra influencia, nos podemos ocultar de ella pero nunca huir. Nos podemos engañar si no soportamos el dolor de la lucidez, pero habremos perdido muchos puntos de honradez.

martes, 18 de enero de 2011

DEMÓCRATAS


Las palabras, de usarlas y usarlas a la ligera se desgastan, se convierten en cáscara hueca vacía de contenido, y no por ello, en algunas ocasiones, paradójicamente, carente de significado. Este es el caso del término demócratas. Con qué facilidad se utiliza la primera persona del plural para poder aplicárselo uno. Es triste, es peligroso, porque si hay un vocablo que habría que cuidar con esmero en estos tiempos es el de democracia. No podemos correr el riesgo de su devaluación, de su pérdida de sentido, de convertirlo en un sustantivo menor que de ser generalizado es incapaz de discriminar, de diferenciar lo verdadero de lo falso. De que termine siendo sinónimo de hipocresía.
“Nosotros los demócratas”, se dice para alejarse de los llamados violentos con dos objetivos evidentes, la descalificación de unos y la autosatisfacción personal, resaltar la pertenencia al club mayoritario, a la sociedad perfecta y normalizada.
Pero, ¿qué se pretende decir con ello? ¿Acaso una obviedad, que democracia y violencia física son términos antagónicos? ¿Que demócrata violento sólo puede ser un oxímoron? Es indudable, aquel que pretende imponer sus creencias u opiniones por medio de la violencia física de manera alguna puede llamarse demócrata, sin embargo, no es la ausencia de ejercicio de esa violencia, sin más, lo que caracteriza al demócrata, es necesario matizar con claridad su significado para evitar convertirnos en una sociedad autocomplaciente, incapaz de percibir sus errores y limitaciones. Sabiendo incluso que esa matización puede llegar hasta el conflicto.
No es demócrata aquel que utiliza para sus intereses otros tipos diferentes de violencia, más encubiertas, más sibilinas, más estandarizadas, más aceptadas en nuestra sociedad como naturales o permisibles. La violencia económica, el uso perverso del poder económico para modificar consciente o inconscientemente la opinión y la voluntad de los ciudadanos. La violencia verbal, el abuso permanente del insulto y la descalificación como arma dialéctica persiguiendo la destrucción política y personal del contrincante. ¿Son frecuentes estos tipos de violencia en nuestra sociedad? ¿Quiénes son los demócratas?
Democracia es razonar, argumentar, convencer. No es demócrata aquel que usa como instrumento habitual y sin escrúpulos la mentira convencido de que, en su caso, el fin siempre justifica los medios. La democracia se ha de basar en la realidad, no en su negación o en la deformación de la misma, nunca en el engaño. No es demócrata aquel que simplifica esa realidad hasta caricaturizarla, quien basa su discurso en el tremendismo buscando el efecto del miedo y el escándalo, quien apela a la casquería humana en vez de a la razón. ¿Es frecuente en nuestro país este tipo de alegatos? ¿Quiénes son los demócratas?
Democracia es sinónimo de apertura, de escucha al otro. No es demócrata aquel que por definición considera que siempre se encuentra él y su grupo en posesión de la verdad, y, en la misma medida, siempre se encuentran los otros inexcusablemente equivocados. No es demócrata aquel que nunca tiene nada que aprender del otro. No es demócrata la estrategia partidista cuyo único objetivo es el triunfo electoral y todo lo supedita a ésta y no a la consecución del bien común obnubilado en la presunción de que él es, en sí mismo, el bien común. ¿Asistimos a este tipo de estrategias? ¿Quiénes son los demócratas?
Democracia es el gobierno de todos, el triunfo de la mayoría. En su definición clásica se opone al gobierno de uno (monarquía) o de unos pocos (aristocracia), es un sistema que abre compuertas, derriba barreras, iguala diferencias. No es demócrata aquel que excluye y margina, aquel que levanta muros, que justifica desigualdades, quien fomenta la xenofobia y, en consecuencia, hace gala de patrioterismo, peque de la lateralidad que peque. ¿Existen estos comportamientos? ¿Quiénes son los demócratas?
Democracia es el triunfo de la ley, del juego limpio, de las mismas reglas para todos. No es demócrata quien hace trampa, quien manipula las instituciones para jugar siempre con ventaja, quien se aprovecha de lo que es de todos en su exclusivo beneficio. ¿Ocurre esto? ¿Quiénes son los demócratas?
Ahora miremos de nuevo la foto: nosotros los demócratas. El rostro de satisfacción, la tranquilidad de conciencia, el asentimiento del público, el pensamiento laxo, el pseudoholliganismo partitocrático de unos, las mismas palabras repetidas hasta la saciedad, la foto común, los dedos cruzados, el aplauso final. ¿Quiénes son los demócratas?

martes, 11 de enero de 2011

LUGARES COMUNES (4): Los derechos del docente



4. LOS DERECHOS DEL DOCENTE.


Un ramillete de lugares comunes.

Las reuniones son una pérdida de tiempo. Todo se soluciona a base de reuniones, lo único que se consigue es quitarnos tiempo para las tareas que realmente importan. Nosotros de hecho nos estamos reuniendo siempre porque siempre estamos juntos.

Es verdad, las reuniones son una pérdida de tiempo, pero, ¿lo son por definición o porque nosotros las hacemos así? ¿Sabemos reunirnos? ¿Sabemos hablar, dialogar, exponer nuestros puntos de vista, llegar a acuerdos, tomar decisiones? ¿Queremos exponer nuestros puntos de vista? ¿Queremos llegar a acuerdos? ¿Queremos ceder parte del poder de nuestro reino de Taifas? Como no sabemos, como no queremos, por eso nos reunimos mal, en cualquier momento y de cualquier manera, por eso gastamos nuestro tiempo en comentarios sin ninguna pretensión, por eso hacemos corrillos, por eso nos reunimos cuando estamos agotados, por eso reducimos el tiempo real de reunirnos, llegamos tarde, nos vamos pronto, no hablamos por no alargar la reunión. Por eso, porque las reuniones son una pérdida de tiempo.
¿Son necesarias? ¿Es necesario el trabajo en equipo? ¿Es necesario planificar en común? ¿Es necesario llegar a acuerdos que afecten a la vida del centro? ¿Es necesario que esos acuerdos lo sean con la participación de todos, con el esfuerzo de todos, con la opinión de todos, con la decisión firme y auténtica de todos de llevarlos a cabo? ¿Qué sacrificamos al no reunirnos? ¿Qué modelo de centro y de educación ponemos de manifiesto?


Séptimo ramillete de lugares comunes.

La libertad de cátedra es esencial, incuestionable.

¿Qué entendemos por libertad de cátedra? ¿A qué ámbitos es aplicable? ¿Supone el derecho de todo profesor a vetar en la práctica cualquier posible acuerdo? ¿Qué consecuencias tiene? La imposibilidad real de que un centro educativo pueda establecer una planificación a corto, medio y largo plazo ya que ésta siempre estaría expuesta al ir y venir de los docentes y a su aceptación mayor o menor de lo planificado. La imposibilidad de planes sincrónicos y diacrónicos. Solución: no hay planificación. Los proyectos educativos de los centros están redactados en unos términos absolutamente generales y descansan en los cajones de algún mueble del colegio sin que sea necesario su conocimiento, y menos su seguimiento por el profesorado que llega a él. Pasa que las PGA son como su nombre indica una programación limitada a un año y que muchas veces no se realizan por consenso sino por acumulación.


Conclusiones teóricas.

La enseñanza y sus formas es un derecho del docente.

Somos funcionarios públicos educativos para todos los ciudadanos, en especial para aquellos que más nos necesitan. No hablamos de un derecho corporativo a ejercer cada uno la docencia como dios le dé a entender, hablamos de un derecho público de la ciudadanía a recibir una educación útil, completa y justa. Nosotros somos los trabajadores encargados de hacerlo posible. El derecho fundamental es el del alumnado a recibir una educación coherente a lo largo de su escolaridad que exige un tratamiento sincrónico y diacrónico durante ese tiempo. A nosotros se nos paga para conseguir esa coherencia, para intentarlo. La enseñanza es un derecho del discente, el centro educativo público es de la sociedad y en especial de la comunidad educativa que asiste a él no del profesorado que ejerce en él su docencia, esto debe marcar un matiz fundamental entre la organización y funcionamiento de los centros públicos y los privados.


Establecimiento de una colegialidad artificial. Balcanismo. Individualismo real.

Los órganos de coordinación y gobierno se reúnen, ejecutan los órdenes del día a los que prescriptivamente tengan que llegar, rellenan sus actas y sus calendarios aparecen reflejados en la PGA y en la Memoria. Muchas veces pura artificialidad. Hacemos lo que se nos dice que hay que hacer sabiendo además que nadie nos va a exigir que lo hagamos de otra manera, bastará con que quede reflejado en los correspondientes papeles. Con el término balcanismo (que no es mío) me refiero una organización configurada en torno a espacios cerrados en la que se pierde la visión del conjunto del proyecto educativo del centro. “El culto al individualismo ha infectado profundamente la cultura ocupacional de los profesores” afirma A. Hargreaves . Ese culto al individualismo genera a la vez una cultura del aislamiento que limita profesionalmente al docente a la vez que es “el caldo adecuado para el cultivo del pragmatismo, la pasividad, la reproducción conservadora o la aceptación acrítica de la cultura social dominante” (A. I. Pérez Gómez , 1998).

Un ramillete de consejos

 Ningún sitio es ideal para trabajar, en todos los sitios hay cosas buenas y cosas malas. La clave es apuntarse a las buenas.
 El trabajo en equipo es necesario su eficacia depende fundamentalmente de nosotros, de cada uno de nosotros. No nos busquemos argumentos espurios para justificar el individualismo y la desidia.
 No basta con programaciones individuales anuales, son imprescindibles planificaciones sincrónicas y diacrónicas de centro.
 En el sitio más inhóspito una persona marca la diferencia.

domingo, 9 de enero de 2011

NAVIDAD EN DOS ACTOS (I)

ACTO I. LA NAVIDAD. SE BUSCA.

Perdonen el atrevimiento, osaré hacer teología. Sé que quieren convertirla en reducto exclusivo para los fieles (en el estricto sentido de la palabra) y, a ser posible, para sus profesionales. Pero puesto que quieren hacer llegar su mensaje a toda la sociedad, yo, como miembro de ésta, me atreveré a entrar en su juego. Es mi derecho.
En el afán de recristianización de unas fiestas perdidas y de una sociedad perdida en el que se haya inmersa la iglesia católica española y, en especial, su jerarquía, se está promoviendo la exhibición pública de un pequeño estandarte que representa un niño Jesús con el mensaje “Dios se hace hombre. Es Navidad”. Sería aceptable, en verdad es eso lo que se pretende celebrar en estos días, la buena nueva que supone la humanización de un Dios incorpóreo, pura esencia, invisible, impalpable. Celebremos esa buena nueva, pero seamos coherentes con ella.
Una buena nueva así sólo puede resumirse en un precepto que necesariamente pase por la relación con los otros, con el otro. Todo lo demás ha de pasar a un segundo lugar. No me inventaré nada, todo está escrito.
“Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo, 5, 23-24) No hay celebración válida sin reconciliación. Todo gesto conmemorativo ha de pasar antes por la atención al otro, de no ser así sólo es mentira, hipocresía, fariseísmo.
“El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”. (Mc, 2:23-28) Toda creación humana ha de estar al servicio del hombre y no éste al servicio de ella. La iglesia y toda su parafernalia no dejan de ser una creación humana.
¿Y con qué hermano es necesaria la reconciliación? Con los que sufren: Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados. (Mateo, 5: 5), los pobres: Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo, 5:3) los insatisfechos, deseosos de un mundo justo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados (Mateo, 5:6), los perseguidos por buscar esa justicia: Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos (Mateo, 5:10)
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a verme.
Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer?¿ó sediento, y te dimos de beber?¿Y cuándo te vimos forastero, y te acogimos? ¿o desnudo, y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y fuimos a verte? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis. (Mateo, 25:35-40)
Y por las mismas razones se repudiará a los que no realizaron esas prácticas. No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! (Mate, 7:21-27) La voluntad del Padre es le esencial, la práctica con los hermanos, no la religiosidad hueca y de fachada.
Ese Dios cercano es un exiliado que debe de huir para salvar su vida, que es rechazado por todos y que debe de buscar cobijo en un pesebre entre animales, como animales, pobres y en soledad.
La navidad no pude abstraerse de la totalidad del mensaje salvo riesgo de quedar convertido en postal empalagosa y ñoña afectando a la sensiblería no a los sentimientos, y esta totalidad incluye necesariamente el final: la muerte. La muerte aceptada antes que mancharse de los vicios que detesta. La semilla que germinará ha de ser una semilla limpia. La carga de odio, la reacción visceral ante las amenazas para nuestro bienestar que suponen los pobres, el fanatismo, el discurso racista y reaccionario es incompatible con la vivencia de esa Navidad como lo es con la vivencia del mensaje cristiano.
El problema verdadero no es como viven los no creyentes esa Navidad, el auténtico es como la viven los propios católicos y qué ha hecho la Iglesia de esa buena nueva.
El Dios cercano hecho hombre se divinizó y se alejó de nuevo, un hombre sin pasiones, sin necesidades, sin biología, sin dudas, sin contradicciones, sin deseos, sin emociones, sencillamente, no es hombre. La supuesta opción de Dios haciéndose hombre es secuestrada por éste siendo divinizado de nuevo y mandado de vuelta al espacio interestelar. Y con él toda creación del propio hombre en nombre de ese Dios, el sábado pasa a estar por encima del hombre, éste supeditado a aquel, subordinado a todo lo que el hombre ha puesto el marchamo de Dios. El Jesús liberador fue mal visto y eliminado por los legalistas de entonces, los legalistas de hoy y de siempre hacen lo mismo. El Gran Inquisidor gobierna con planteamientos maquiavélicos. No hay buena nueva, lo que hay es tan viejo como la humanidad, el viejo miedo a la libertad y a sentirse autónomo y responsable, es el discurso del poder, el gran teatro de siempre: la hipocresía. Y a eso ponemos belenes, luces, villancicos, comilonas, consumismo, mientras que ese Dios hecho hombre sigue naciendo ignorado por todos.
Pero no nos preocupemos, esto es política y la fe no se debe mezclar con la política, podemos hacer la digestión del pavo tranquilos.

jueves, 6 de enero de 2011

NAVIDAD EN DOS ACTOS (II)

ACTO II. INMIGRANTES, ¿NOS RECUERDA ALGO?

La puesta en práctica de todo ese cuerpo doctrinal es peliaguda, muy exigente y no hay que olvidar el "misericordia quiero y no sacrificio" del Antiguo Testamento; pero sí es inadmisible pretender compaginar la declaración de fe con un pensamiento y un discurso en la antítesis de la práctica de esa fe. El rencor, el odio, la agresividad, la indiferencia, el conservadurismo más rancio dispuesto a la defensa a ultranza de privilegios cuando menos sospechosos, porque, qué ocurrió con los enfermos, ¿se estuvo con ellos?; qué con los perseguidos, ¿se les ignoró y vilipendió?, qué con los forasteros ¿se les convirtió en chivos expiatorios, se les estigmatizó para tranquilidad de nuestras conciencias? ¿Qué fue de la Navidad? En su gran mayoría, miseria dulzarrona para pasto de grandes superficies, ocasión para embotar nuestro cerebro y reblandecer los corazones de los desafortunados, villancicos interruptus sin más continuidad que los Reyes Magos.
Quedemonos con los forasteros. Nuestros inmigrantes.
No son el obstáculo para nuestro bienestar. El obstáculo somos nosotros mismos, lo hemos construido nosotros. Es falso el trato privilegiado que se les otorga, sólo la ignorancia puede dar crédito a ello. Son falsos los libelos que circulan por internet sin más autoridad que una persona desconocida y sin rostro, sólo pretenden escandalizar a los pequeños: El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. (Mc, 9:45), remover vísceras y tripas sin llegar a tocar cabeza y corazón.

LOS NUEVOS PESEBRES DONDE VAN A PARAR LOS FORASTEROS.


Esto no es sólo una contradicción entre la fe proclamada (dogmática sin compromiso) y la vida vivida, es también un desconocimiento de nuestra memoria historica, de donde venimos, qué es lo que hemos sufrido, a qué nos obliga ese pasado.

NUESTRO PASADO RECIENTE DE FORASTEROS Y EXILIADOS


Forasteros sin papeles, jugandose la vida por alcanzar un futuro algo mejor, el mismo que todos queremos, el mismo al que todos tenemos derecho.

PAPELES MOJADOS


Forasteros condenados a la clandestinidad, a trabajos mal pagados, sobrexplotados, marginados, rechazados y que, paradógicamente, colaboraron al mla llamado milagro español desempeñando trabajos que no quisimos (queremos) nosotros.

CLANDESTINO



Forasteros que podrían ser nuestros hijos y con los que tienen que crecer y aprender (de ellos y con ellos) nuestros hijos.

NUESTROS HIJOS


Y a los que sólo toca resistir.

RESISTIRÉ



Un problema que reconcemos pero del que vamos huyendo de la solución. que lo convertimos en grandes palabras y tristes hechos.


LOS OBJETIVOS DEL MILENIO



Pero otro mundo ha de ser posible, un mundo construído entre todos, no a la fuerza sino por convicción ética.

IMAGINA