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domingo, 24 de abril de 2011

RESURRECCIÓN



Que manía de inmortalidad la ser humano, como si la vida tuviera sentido sin la muerte, cómo si esta última no formara parte de la primera. Que manía la de sentirse el centro de la creación, el centro del universo, el centro de toda existencia, cómo si un eslabón tuviera sentido sin la cadena a la que pertenece, cómo si su sentido en ella no fuera el resto de los eslabones. Que manía la de intentar atrapar el presente para convertirlo en infinito, cómo si un instante eterno de felicidad no pudiera convertirse también en una condena. Disolverse en lo interminable es borrar los matices de la individualidad, sólo es posible la singularidad de la luz inmersa en la fugacidad, es la transitoriedad la que le da libertad, es la propia caducidad la que lo inserta dentro del ciclo perenne. No somos más que nada y que nadie, y, por ello, no somos menos. No estamos aquí para convertirnos en el cénit sino para ser una y otra vez el empujón para un otro que no soy yo, que no somos nosotros. Nuestro genoma está inscrito en el caos y es ese caos fructífero de la vida el que da razón a nuestro breve sueño de inmortalidad, el que puede hacer posible una resurrección dispersa en lo otro.
INDICIOS DE INMORTALIDAD
La vida está llena de secretos, pero el secreto mejor guardado eres tú.
La inmortalidad no existe, tu cuerpo morirá pero tú has ganado el derecho a ser inmortal.
Lo serás en el corazón de las personas con las que te cruzaste,
aún en aquellas en las que quedó tu poso y no te recuerdan,
donde quedó la huella que no se ve.
Lo serás en el corazón de tus hijos y en el de los hijos de tus hijos,
en su sangre, en su piel, en su semen, en sus óvulos y espermatozoides,
en la pupila de sus ojos, en el color de su pelo, en el gesto que realizan sin darse cuenta, en la memoria que se transmitirán entre ellos.
Quedarás para siempre disuelto en la tierra, disperso en las plantas, viajando en el aire,
en el depredador que caza y en la victima que es devorada.
Serás eslabón hacia otras vidas en las que se hallarán los indicios de tu inmortalidad,
la inmortalidad de ese hombre pequeño, desnudo, frágil, dolido, lloroso,
que hoy teme a la muerte.

1 comentario:

  1. "Y allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.
    Después del amor, la tierra.
    Después de la tierra, nadie."

    Cuando Machado prefiere en su "Saeta" al Dios que anduvo en la mar, habla de la mar como espacio de libertad (al menos eso me parece a mí). De forma que pasada la Pasión y Muerte de ese Dios "encarnado", te deseo, Jesús, FELIZ LIBERTAD. Y gracias , una vez más, por las palabras que nos regalas.

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