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miércoles, 18 de diciembre de 2013

TOCANDO EL CIELO



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Puede ser que mi camino se esté oscureciendo, que las farolas se vayan apagando a mi paso, pero en algunos momentos de mi vida he tocado el cielo con mis dedos y eso nadie me lo podrá arrebatar. Quizá sea eso el cielo, un instante de color fugaz en medio de un mundo gris pero que te hace Señor de los pigmentos, la sensación puntual que se queda a vivir en tu memoria más íntima.

Allí estuvo el cielo: en el tacto del cuerpo de mis hijos al nacer, en la imagen de su cuerpo abriéndome nuevos caminos; en sus sonrisas anunciando su felicidad, la misma que a veces segué yo, en un instante, hundiéndonos en el infierno. Están tan cerca el uno del otro, el cielo del infierno, el sueño gozoso de la pesadilla. Mis hijos sentados sobre mí, sus abrazos, sus palabras besando mi oído. Sus pasos, los primeros que anuncian un camino de independencia; la apertura, tambaleante al principio más segura después, de sus propia sendas; las tímidas caricias cargadas de vergüenza y deseo, del lastre de quien eres y el impulso del que quieres ser.

El cielo abierto a partir de los deseos de mi mujer, de la sonrisa que me ofrece abriéndose paso entre mis miserias, limpiando el dolor. La certidumbre de encontrarme siempre en su pensamiento a pesar de la sordidez, a pesar de las desdichas, a pesar y por las desdichas. Las innumerables ocasiones de sentirme querido, el especial interés que percibo en que yo lo experimente,  en que me sienta acompañado a pesar de las comprensibles razones que tendría para salir huyendo.

El cuerpo como mediador para tocar el cielo. Las caricias que dejaron la firma en mi cuerpo. No cualquier firma sino la firma. Algún beso inesperado del que pervive su huella. Un momento de placer inesperado cuando ya pensabas que todo había quedado atrás. Instantes en los que puedes romper a llorar, mezcla de tristeza y alegría, un cielo plenamente humano.

El cielo que me abren mis amigos, ahí se encuentran, en el lugar donde yo estoy, soportando mis silencios y amarguras, el Jesús que yo no aguantaría. Haciéndome vivir la dolorosa y gozosa realidad de sentirme querido mucho más de lo que yo merezco, mucho más de lo que yo doy. En la tesitura en la que me encuentro no sólo no han salido huyendo estos amigos, sino que he recuperado algunos que parecían haberse perdido entre las brumas del tiempo y han llegado nuevos.

La experiencia de que aquello que te sale de dentro llega al interior de otro, que el pudor del que te desprendes te viste ante los demás. El cielo de sentirte útil a alguien, utilidad mayor cuanto más pequeño es el otro.

No hay cielo posible sin ángeles. El cielo está con los otros, no hay paraíso en la soledad, por mucho que te llenen de alabanzas y tú engordes tu ego; estarás en las nubes pero no lograrás tocar el cielo. El cielo está aquí, donde lloras y ríes, donde tiemblas y das calor, cuando acaricias un cuerpo, lo que ves y lo ves más allá de tus ojos, lo que oyes y lo oyes más allá de tu oído, lo que tocas y lo percibes más allá de tu tacto. Está en el dar y en el recibir, sólo ante la presencia de alguien; es el otro quien te da entidad, quien te otorga razón de ser. Todo esto sólo es posible desde el amor, el cielo sólo es posible desde él. Lo trascendente está en lo nimio, en lo terrenal, en lo verdaderamente humano, en la otra mirada en la que, sin darte cuenta, te van educando.

jueves, 28 de noviembre de 2013

CONSEJOS PARA LLEGAR A SER UN TOCAPELOTAS


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 Encntrarse en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significaba estar loco.
1984. George Orwell
PRIMER CONSEJO: Ten en cuenta dos planteamientos aparentemente contradictorios pero creo que compatibles en la práctica: utopía y pragmatismo. El primero te marcará el horizonte hacia el que caminar. Nunca llegarás a él pero te hará caminar y te marcará el camino, para eso sirve la utopía. El segundo te enseñará como deben de ser los pasos. Que no puedas llegar a la meta, en la vida no quiere decir que no puedas andar. No importa que tus pasos sean pequeños siempre que sean posibles y que no dejes de darlos. Nunca te contentes con los pasos dados siempre podrá haber uno siguiente. “El viaje de miles de kilómetros comienza con un solo paso” dice el proverbio chino. Mantente en esa tensión, un viaje inacabable y unos pasos pequeños que te acercan al final. Un proyecto con unos objetivos finales que habrán de permanecer ahí y otros operativos que habrán de revisarse periódicamente. Pero atente a las consecuencias, nadie estará satisfecho. Los pragmáticos que no tienen horizonte utópico que plantearse te tacharán de radical, rojo sin absolución posible, idealista, teórico, utópico, de falto de realidad y de pies en la tierra; mientras que los utopistas que viven instalados en el sueño y a los que cualquier paso les resulta insatisfactorio lo harán de pragmático, derechoso disfrazado de progre, conservador, posibilista, falto de ideales y sueños.

SEGUNDO CONSEJO: En un ambiente religioso di que no eres creyente. En otro antirreligioso, di que no eres ateo, y con esto di también que tampoco eres agnóstico pues te interesa el tema Dios aunque el dios en el que piensas sea más un antidios despojado de los atributos que le son habituales. En cualquiera de ellos no tengas tabúes ni prejuicios a la hora del lenguaje. Los primeros te tacharán de ateo, de peligroso, sospechoso, herético y blasfemo, aunque te sientas cercano a ellos. Los segundos lo harán de beato, meapilas y antiguo, te criticarán y se burlarán de ti. Las críticas que dirijas a ambas partes te señalarán como enemigo y los lazos que tiendas siempre serán puestos entre paréntesis.

TERCER CONSEJO: La realidad tiene muchas caras que no siempre son percibidas porque no se ven o no se quieren ver. Tú pon el acento en aquello que pase desapercibido, especialmente en aquello que se ignora porque resulta incómodo.  Has de saber que se removerán en sus asientos y se pondrán a la defensiva, te tacharán de ignorante o de idealista, quedarás excluido o serás el centro de todos los ataques. Considerarán un insulto simplemente con que insinúes que hay algo que se oculta deliberadamente.

CUARTO CONSEJO: Matiza, enfréntate a  la simplificación. Puntualiza lo que se ha quedado en el tintero, señala las diferencias entre unas acepciones y otras, discute las generalizaciones, resalta las consecuencias no previstas y subraya las contradicciones. Elabora tu pensamiento. No te comprenderán, el pensamiento complejo no es una práctica habitual por lo que resultarás cargante y un incordio. Se escandalizarán porque creerán que les estás llamando simples, simplones, simplistas. El pensamiento común no va más allá de una práctica estímulo-respuesta en la que a esta llegamos a través de una simple carga emocional, un tópico o la imposición de un imaginario colectivo.

Si sigues estos pasos no lo dudes, llegarás a ser un perfecto tocapelotas, cargarás a menudo con una cierta sensación de la maldición de Casandra y generarás a tu alrededor tanta ira como burla, tantas voces como silencios. Pero en ese laberinto que es la vida y en ese circo que es la sociedad siempre habrá momentos en los que alguien te entienda y siempre encontrarás personas que te aprecien y valoren. Guarda esos momentos como diamantes que compensen la pobreza y mediocridad que encuentres a tu alrededor, y conserva a esas personas como aquello que justifica sobradamente tu forma de enfrentarte a la vida.

martes, 26 de noviembre de 2013

1984



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El domingo se publicó en EL PAIS el artículo “Futuros fatídicos que ya están aquí” de Juan Jacinto Muñoz Rengel, centrado en la literatura distópica y, especialmente, en la obra Un mundo feliz de AldousHuxley, a la que considera cada vez más terrible y poderosa debido a su vigencia siendo la pesadilla a la que parecemos dirigirnos. En ese artículo menciona 1984 de George Orwell, pero considera que ha perdido verosimilitud al quedar fuera de nuestro horizonte. ¿Es así?

Hace unas pocas semanas releí, después de más de treinta años, esa novela y lejos de quedar trasnochada como una vieja obra de ciencia ficción se resaltaba, conforme avanzaba en su lectura, su vigencia; lejos de significar una posible amenaza por llegar veía en ella una realidad que, en buena medida, se encuentra ya instalada.

En ella la visión del mundo inventada por el Partido se imponía con excelente éxito a la gente incapaz de comprenderla. No estamos ante una sociedad de partido único de origen totalitario. No. ¿No? No existe un solo partido acaparando el poder, pero sí parecemos existir en una sociedad de pensamiento único que se permite ser adornado por ornamentaciones ideológicas variadas. Una sociedad en la que los diferentes partidos parecen formar parte de una misma maquinaria. Unas partes de esa maquinaria que reproducen igualmente comportamientos esenciales. La necesidad de rectificar el pasado continuamente a través de la mentira. La palabra no tiene valor y el hecho de variar en lo que se dice y hace es uso común del que no es necesario dar explicaciones porque no se demandan. El control del pasado depende por completo del entrenamiento de la memoria y para ello es necesario hacerse con un público fiel que asuma en cada momento el presente a pesar de haber llegado a él a través de la mentira. Convencer de la infalibilidad del Partido, poseedor de la verdad absoluta. Infalibilidad a la que se llega a ella a pesar del doblepensar, que significa el poder, la facultad, de sostener dos opiniones contradictorias simultaneamente. Un acto que ha de ser consciente, para asegurar su  precisión y, a la vez, inconsciente, para que no haya sentimiento de falsedad. Ese público fiel es consciente de la contradicción en el discurso pero a la vez asume su no contradicción porque la verdad no depende de la realidad sino de quien la enuncia, el Partido. Este comportamiento evita el ejercicio de pensar y otorga tranquilidad y seguridad al recaer la responsabilidad en una entidad superior.

En ese ejercicio de control del pensamiento tiene un papel importante la neolengua, en la que se transforma el léxico para no decir lo que no se quiere decir pareciendo que lo dice. Terminología que se esconde y se sustituye por eufemismos para reflejar una realidad diferente. La realidad deja de existir como tal para solo existir en la mente humana, no en la individual sino en la colectiva, la del Partido. La creencia que se quiere transmitir es que es imposible ver la realidad sino a través de los ojos del Partido. 

El Partido no se preocupa de perpetuar su sangre sino de perpetuarse a sí mismo. Es decir, un mismo modo de ver y de tapar la vida, de mantener el poder por el hecho de mantenerlo y no tanto por la capacidad que teóricamente supone para transformar la realidad. Y es que la realidad es intransformable, se impone por sí misma, sólo puede ir a peor si no la dejamos en manos del Partido. La idea de que se está en guerra permanente, y por tanto en peligro, hace que la entrega de todo el poder a una reducida casta parezca la condición natural e inevitable para sobrevivir. Es la doctrina del shock de Naomí Klein, el auge del capitalismo del desastre, a través de impactos en la psicología social a partir de desastres o contingencias, se provoca que, ante la conmoción y confusión, se puedan hacer reformas impopulares o se mantenga una estructura social deteriorada.

Lo anterior incluye la necesidad permanente de un enemigo. Un enemigo que, en este caso, se encuentra dentro del mismo sistema y que juega un doble papel, el del peligro de la destrucción del sistema, el de enemigo, y, a la vez, de sostenedor de ese mismo sistema. Entre ellos se pueden intercambiar los papeles sin que, en el fondo, nada cambie. Para ello es necesario fomentar el odio, asegurar los minutos diarios de odio personalizándolo en otro.

Por último la figura del omnipresente y vigilante Gran Hermano. Vivimos en una sociedad en la que la tecnología permite que seamos permanentemente espiados y controlados. Pero no son necesarias las telepantallas para llegar a conocer los actos de cada individuo en la medida en que este se convierte en Gran Hermano de sí mismo y de los demás. Basta con echar un vistazo a las redes sociales y a los millones de mensajes diarios por wassap para darnos cuenta de que vivimos en un escaparate elegido, en muchas ocasiones, voluntariamente. Optamos por una vida en abierto para los otros renunciando a la privacidad de actos y sentimientos. Un Gran Hermano también para los otros. Precisamente en uno de los días de la lectura de 1984 un joven fue atropellado y muerto. Las imágenes del suceso circularon por smartphones minutos después del mismo, por wassap se divulgó inmediatamente la identidad de la víctima, antes incluso de que su familia fuese informada. ¿Quién nos vigila?

     ¿Estamos condenados? La obra dibuja una sociedad en la que los simples impulsos y sentimientos de nada sirven, nada importaba lo que se sintiera o dejara de sentir, lo que se hiciera o dejara de hacer. Le apartaban a uno con toda limpieza del curso de la historia. La visión que ofrece la obra es fuertemente pesimista, sin embargo en algún momento de la misma, Winstom Smith, el protagonista, realiza la siguiente reflexión referida a los proles, la masa de gente que vive atemorizada y aislada de la política: “Lo que importaban eran las relaciones humanas, y un gesto completamente inútil, poseía un valor en sí”. Un Winstom completamente derrotado cierra el libro con “dos lágrimas, perfumadas de ginebra” resbalando por sus mejillas. Con anterioridad Orwell ofrece la siguiente afirmación: “Si podemos sentir que merece la pena seguir siendo humanos, aunque esto no tenga ningún resultado positivo, los habremos derrotado”. ¿Qué significan esas dos lágrimas?

martes, 12 de noviembre de 2013

CASI POEMAS (5)


 
Si digo pequeño vosotros me decís grande.

Si digo miedo me decís valiente,

si digo débil me decís fuerte.

Pero todo en mí es prosaico

y no atino a percibir la excelencia con la que me adornáis.

El callejón en el que me hallo tiene pocas luces,

manejo a tientas sus paredes

y me siento perdido con frecuencia.

La senda que sigo no ha sido transitada,

en cada ocasión es necesario abrirla de nuevo

y sólo soy una mota de polvo buscando su destino.



 

*



Nunca cantes victoria definitiva.

Eres un perdedor.

Es ahí donde residen tus triunfos,

los que no disfrazan sus miserias

ni se recubren de altivez.

Nunca hagas tuya la corona que te ponen,

son ellos los que tienen la necesidad del héroe

para asegurar sus pasos,

pero para ti representa la losa que te entierra,

la trampa en la que desapareces.

Nunca te dejes embriagar por la gloria

la gota de elixir que te regala

es demasiado grande para tu pequeñez.

Aquel a quien ves en el espejo

es alguien muy diferente a quien eras.

Tu capacidad de infinito te desborda,

sólo eres capaz de percibir las huellas que te sellan al presente.

Ahí reside tu grandeza

en el pequeño huerto que eres capaz de plantar con tus manos

y en los labios en los que eres capaz de perfilar una sonrisa.

El templo eres tú, tú eres su sacerdote

y no hay más oficio que recrear cada mañana un futuro que no verás

pero que no será sin ti.

Alfa y omega de una vida en la que solo eres una anécdota.



 *



Aprovéchate, tú  eres más fuerte.

Búrlate, tú eres más culto.

Domínala, tú eres más poderoso.

Humíllala, tú eres más importante.

Despójala, es tuyo lo que ella posee.

Elimínala, es ella la que te hace sombra.

Sólo así lograrás borrar el rastro de que  eres nadie

y podrás engañarte con la mentira que has construido.





martes, 5 de noviembre de 2013

EL META-META-JUEGO



Meta- es un prefijo que aporta el significado de “más allá de” o que “trasciende o reflexiona sobre”. Hace muchos años, allá cuando yo era joven recuerdo utilizar ese concepto aplicándolo a lo que llamaba el “juego de la vida”, es decir, vivir sin más,  encontrarse los seres humanos en un estado de actividad en el que, como el resto de los seres orgánicos, nace, crece, se reproduce y muere, y en ese proceso se relaciona con los demás y con el medio ambiente que le rodea. El estricto destino del ser humano no es sino desarrollar las actividades necesarias para crecer (comer y cuidar su salud), reproducirse (la sexualidad en general y la cópula en concreto) y relacionarse (toda la actividad cultural y social que también permite, evidentemente de otra manera y en otro orden, crecer y reproducirse). La satisfacción prioritaria de toda persona pasa por complacer estas necesidades y lograrlo sin más. Una sociedad ideal y al mismo tiempo irreal, literalmente utópica sería aquella en la que se pudieran satisfacer esas necesidades sin más complicaciones, sin que hubiera que establecer reglas, límites, sin que el ser humano se tuviera que organizar, agrupar y rivalizar. Esto es evidentemente imposible, el hombre tiene que reunirse y reflexionar acerca de la manera en como ha de organizarse la vida y pelear los derechos que le acerquen esa satisfacción, es decir, entramos en el meta-juego, no en vivir la vida sino en reflexionar como podemos y debemos vivir la vida. Dado ese paso se nos exige uno más y es como organizar las organizaciones, es decir la reflexión sobre como hemos de reflexionar sobre la vida, analizarla y tomar decisiones; no realizar las actividades de ésta sino regular las organizaciones que aspiran a regular esas actividades. Sería el meta-meta-juego. Esto es una simplificación, claro está, que podría ampliarse a un sin número de niveles; el ir más allá de la propia vida para distanciarse de esta y constituirse en una jerarquía que la reglamenta y doblega se establece a nivel social y se establece de hecho en las distintas organizaciones; se instituye una jerarquía que en la misma medida que regula las actividades de la vida se va distanciando de esta.

Esta inevitable complicación genera de hecho una doble riesgo, uno a nivel estructural y otro a nivel personal. En el primero hay una inversión del orden jerárquico, lo importante no es la base, el pueblo, sino la cúpula. Lo que hay que escuchar no es la información de esa base, insertada en la realidad, sino las directrices que establece esa cúpula. Problema, que la organización no alimenta la realidad sino a sí misma, a la propia organización. Lo importante no es cambiar la realidad sino acrecentar el poder económico y social de la organización, el medio se convierte en fin. No somos transformadores sociales sino servidores de ese medio. Esta estructura piramidal puede darse en las iglesias y sus colectivos, como en los partidos, sindicatos y organizaciones sociales sin que los colectivos desfavorecidos inmersos en un supuesto proceso de empoderamiento se encuentren exentos de ese riesgo. Se puede decir que ya el propio proceso de crecimiento y fortalecimiento ya es en sí mismo una prueba de la incidencia en la realidad y su transformación social. La complejidad de la realidad y el análisis que requiere exige una cierta burocracia que puede degenerar en prácticas de nepotismo y en la suposición de que el sistema es siempre perfecto y correcto por definición, provocando que la organización sea poco proclive al cambio y a la autocrítica, como consecuencia de la poca estima por las opiniones disidentes. Sin embargo, este razonamiento puede ser significativo de una interpretación muy diferente: la organización es una iglesia y las prácticas que realiza y los planteamientos que predica es su religión. Sea cual sea su intervención sobre la realidad esta cumple dos fórmulas estrictamente religiosas: “Ex opere operato”, la primera, todo sacramento obra, tiene eficacia por el hecho de ser un acto divino (transformador); no obtiene su eficacia o valor esencial ni del fervor ni de los merecimientos ni de la actividad del ministro o del sujeto que recibe el sacramento (independientemente de cual sea esa intervención) sino por la validez del mismo (en este caso que se haga lo mandado en beneficio de la organización). La segunda,  “Extra Ecclesiam nulla Salus” que  significa: "Fuera de la Iglesia no hay salvación". Es decir, no hay salvación fuera de mi iglesia, de mi partido, de mi sindicato, de mi… Es por eso por lo que tengo derecho a primar sus intereses por encima de todo, y a castigar, difamar, hundir a todo aquel que pueda ser considerado enemigo al rivalizar en intereses con él.

En el segundo riesgo se sustituye el goce de la vida por el de la abstracción, pero una abstracción que no supone un gozo intelectual sino meramente narcisista. Una actividad que puede producir múltiples preguntas, entre ellas: ¿Para qué trabajo? ¿Para quién? ¿Merece la pena el esfuerzo? ¿Compensa la tensión que tengo? ¿Qué tipo de persona me estoy haciendo? ¿Hago realmente lo que digo hacer? ¿Tengo tiempo, fuerzas y ganas para mí? ¿Tengo tiempo, fuerzas y ganas para los demás? ¿Para mi familia? ¿Conozco la realidad? ¿La vivo? La prioridad es la organización y los mandatos y decisiones de su jerarquía, ¿qué supone esto?: Es la jerarquía la que piensa por mí y yo no puedo pensar y actuar en contra de la misma, ante un dilema la decisión a tomar siempre ha de ser aquella que beneficie a mi organización, si es necesario mi tiempo y mis fuerzas han de ser gastadas prioritariamente en lo que establezca el aparato y en sus tareas burocráticas. Es decir, reduzco a casi cero el ejercicio de pensar y la capacidad crítica y ética, de la misma manera que lo hago con el hecho de disfrutar y hacer disfrutar de las bondades de la vida y de percibir de primera mano la realidad y dejarme interrogar por ella.

¿A que viene recuperar ahora un pensamiento de mi juventud? Quizá porque me llegó la vejez y sus limitaciones, la discapacidad y la dependencia, antes de tiempo, porque es entonces cuando te das cuenta del tiempo que has desperdiciado, de lo equivocado que estabas situando la grandeza lejos de lo humano, no es cierto que nada de lo humano me sea ajeno si gasto mis energías en el simple beneficio de la organización y de mí mismo, del personaje que he creado y de sus privilegios y prebendas. Lo esencial se encuentra en el juego de la vida y en los niveles que actúan directamente sobre él; la complejidad de la actividad humana puede exigir ese meta-meta-juego siempre limitando el tiempo que estoy en él, lo contrario es que fácilmente dejo de ser la persona para convertirme simplemente en el personaje y mi ejercicio permanente de abstracción puede hacer que yo me convierta también en un personaje abstracto. “Memento mori”, recuerda que eres mortal y el tiempo para vivir y hacer vivir es el que transcurre entre tu nacimiento y tu muerte.





jueves, 31 de octubre de 2013

CONFIESO QUE HE LLORADO

 
Crecí en una cultura que predicaba que la hombría se encontraba reñida con el llanto, ¡los hombres no lloran! decía. Mal lo tenía yo que desde siempre he sido un llorón. Con los años y los prejuicios había que esconderse cuando se derramaban lágrimas y es que era tan frecuente y es que he llorado por tantas cosas.

He llorado por empatía con el sufrimiento ajeno, he llorado por simple emoción, he llorado de dolor, pero también lo he hecho por pura rabia y cabreo conmigo mismo, de verme jugando un papel que no me gustaba haciendo pagar a otros, siempre débiles, indefensos, mi propia impotencia. Y no puedo decir que no lo sabía, sí lo sabia, mi yo desdoblado sabía hacia dónde iba a llegar, hacia donde quería llegar; lo que quería y lo que no. Y el coche se estrellaba hasta provocar el daño. He llorado de pura vergüenza, de pura impotencia.

He llorado de miedo, tantas veces. Era tan miedoso ese niño que fui. Cuando vino a mí está enfermedad que me acompaña, pegada a mí, amenazante, volví a llorar de miedo, como ese niño que fui, como un pequeño animal asustado.

He llorado y sigo llorando, pero no es cierta esa aserción: los hombres sí lloran. Lloro y reivindico el llanto. Llorar supone una liberación, una válvula de alivio de presión y una emoción a la que tenemos derecho y la necesidad de expresar.

Sigo llorando de dolor, el que me produce la visión y la conciencia del peso que supongo, de la carga que deposito sobre otros, de la aflicción que genero a mi alrededor.

Lloro de miedo, el mismo miedo a lo desconocido, a qué será de mí, a qué será de ellos. A la pesadilla que a veces me asalta, al enemigo que a veces me agrede y del que me tengo que defender con los ojos vendados.

Sigo llorando, pero también lo hago, afortunadamente, por alegría, por una sonrisa, por un perdón, por una caricia, por una presencia, por un testimonio.  Afortunadamente las lágrimas también masajean mi corazón.

Lloro y me limpio las lágrimas. Necesito llorar, demostrar que tras de mi supuesta fortaleza se esconde también un hombre débil, un hombre que ha ido perdiendo las corazas y que se muestra orgulloso de sus sensibilidad, de la humanidad que le baña y que es la única por la que puedo aspirar a corregir mis muchos defectos.

martes, 29 de octubre de 2013

MERECE LA PENA

Mucha pequeña gente en muchos pequeños lugares que hace muchas pequeñas cosas, puede cambiar el rostro del mundo

Aquello que haces y parece quedar reducido a la nada, merece la pena. La semilla que sembraste en cientos de personas sólo ha germinado en una, esa sola persona merece la pena. La realidad que pretendes cambiar no la cambiarás, aun así lo que haces merece la pena. Merece la pena porque haces lo que crees que debes hacer y ese testimonio dejará huella en otro y el suyo en otro y así sucesivamente, tu testimonio se perderá en el tiempo y tú no lo verás, pero merece la pena porque tú formaste parte de esa cadena de la que no intuyes su final, sin ti no hubiera podido ser. No te ilusiones, el ideal que quieres forjar no lo verás, pero merece la pena forjarlo. El tiempo en el que vives no es tu tiempo; tú eres una nimiedad en la existencia de la vida, la misma nimiedad que es tu tiempo en el tiempo de la vida, pero merece la pena actuar sobre él. La fuerza que tu ejerces parece disolverse en la nada pero merece la pena pues son muchas nadas las que construyen la historia, esa de la que no percibes su movimiento, esa que avanza y retrocede, esa que no descubres hacia donde se orienta, pero se mueve, pero avanza y lo sentirán aquellos que tú eres incapaz de imaginar porque se pierden en el mañana de todas las mañanas, por eso merece la pena. Merece la pena, porque tu vida es tu vida y sólo tú tienes derecho a ella para que al final de tus días no sientas que otros la vivieron por ti, por eso merece la pena.


martes, 17 de septiembre de 2013

LA UNIDAD


 
Es algo natural, también en toda familia llega un momento en el que alguno de sus miembros decide marcharse y resulta doloroso pero no se vive como un drama. El problema es cuando ese ansia de separación es debido a un conflicto interno sin el cual no se hubiera generado esa problemática. Ante esa situación pueden darse varias salidas, la primera negarse a resolver el conflicto y dejar marchar, cada una de las partes continuará culpabilizando a la otra y será necesario mucho tiempo para lograr cicatrizar la herida si es que se consigue. La segunda tirar de autoridad, decir que de allí no se mueve nadie y que digan lo que digan la familia no se rompe porque su unidad se encuentra por encima de todo. La familia no se rompe (por el momento) pero el conflicto continúa de igual manera que la convivencia continúa deteriorándose. La familia convertida en un ente sagrado y abstracto por encima de las personas que lo componen. Como podría decir Marcos, la familia está hecha para el hombre y no el hombre para la familia. Ésta no existe sin las personas que la componen y su libre y positiva convivencia. Pero hay un tercer intento de solución, tratar de resolver el conflicto que impide o dificulta la convivencia para que esta continúe. Quede bien claro que hasta ahora no he hablado de culpables, como tampoco he hablado de las consecuencias de esa ruptura para las partes, esta tercera fórmula habla de salvar la convivencia, es decir de relacionarse, de entenderse mutuamente, de compartir, de ayudarse, y también de hablar con franqueza, de escuchar los agravios, de corregir lo que cada parte deba corregir para mejorar y salvar la convivencia, y de olvidar. Y de tener la valentía y la inteligencia para cambiar lo que haya que cambiar.
Se  esgrime el término Unidad de España como si ésta fuera un ente sagrado y abstracto y la Unidad un concepto teológico. Un ente férreo que no puede romperse pero sí pueden hacerlo las personas que lo componen, que éstas están obligadas al sacrificio para mantenerlo intacto. No importa que éste se encuentre corroído por la carcoma mientras se mantenga entero y Uno. La Unidad no es un concepto teológico sino plenamente humano. España no es un ente sagrado sino un constructo también plenamente humano. Aducir su indivisibilidad y hacerlo de la manera y el tono en como se hace es agudizar su división, aunque se mantenga Una; es colaborar a su ruptura aunque se haga elevando el volumen de voz, levantando la barbilla y agarrando con los pulgares las trabillas de los pantalones. La unidad no se consigue escupiendo ese término a la cara del otro, la unidad se consigue salvando la convivencia y si esto no se hace esa unidad carece de sentido. Resulta paradójico que los que más énfasis ponen al hablar de la Unidad de España son al mismo tiempo los que más prejuicios tienen ante el otro y los que más dificultan esa convivencia, en concreto detestando y ridiculizando todo lo que sea representativo de lo catalán. Será difícil hacerles comprender que ellos forman parte del problema. ¿Están las responsabilidades del otro? Claro que sí, pero ese es el problema que ellos han de resolver y a cuya resolución nosotros debemos colaborar al menos no echando más leña al fuego.
¿Unidad? Por supuesto, lo deseo así. Admiro y me gusta Cataluña aunque difiera en muchos de los planteamientos que hoy ocupan las portadas de los periódicos, aunque no sea nacionalista y las banderas, todas, no sean para mí, en el fondo, nada más que trapos; aunque considere que el Estado, la nación, la bandera y el himno sólo están hechas para el hombre y no al revés; aunque crea que verter una pequeña gota de sangre por alguno de esos constructos sólo sea una estupidez y una tragedia. Una unidad alargando la mano, echandola al hombro y diciendo: sentémonos a hablar, y preguntando: ¿Cuál de las tres soluciones que cite al principio estás dispuesto a utilizar?

miércoles, 11 de septiembre de 2013

ASESORES


 
Existe, según parece, una multiplicada figura llamada asesor y encargada, según parece también, de aconsejar a nuestros políticos. Viendo repetidamente la eficacia de tales figuras uno se plantea los criterios que se siguen a la hora de elegir tales personajes y la capacidad de esos políticos para elegir algo que vaya más allá de su propia imagen y semejanza.

¿Para qué se eligen? ¿Para descubrir la realidad al político o para ayudarle a disfrazarla? ¿Para generar interrogantes o para fabricar admiraciones? ¿Para hacer ver las caras que uno no puede descubrir o para reforzar la única visión a la que se está dispuesto? ¿Para hacer ver los errores o para dorar la píldora y alimentar los egos?

¿Qué valores se buscan en ellos? ¿La falsa fidelidad o el espíritu crítico? ¿La capacidad de pensar o la verborrea sin sustancia? ¿La talla intelectual y moral o la estricta similitud? ¿La experiencia en un campo determinado o el mero seguidismo?

¿Qué hacen? ¿Decir lo que piensan (si lo hacen) a riesgo de convertirse en unos tocapelotas o callar lo que contradiga y asegurar el puesto? ¿Buscar los matices y las contradicciones o reforzar la voz de su amo? ¿Insertarse en la realidad a la que el político no llega o instalarse en la cómoda y “fructífera” capa de aceite incapaz de mezclarse con el resto? ¿Atreverse a decir no o acostumbrarse a decir sí?

¿Qué se pretende con ellos? ¿Encontrar buenos consejos o pagar favores? ¿Rodearse de personas capaces o compensar fracasos? ¿La exogamia para cultivar la riqueza de la diferencia o la endogamia para conseguir la homogeneidad al interior de la formación? ¿Las voces diferentes o el eco que se repita?

Si es posible dudar del cerebro alojado en la cabeza de algunos de nuestros políticos y políticas, más lo es del juicio alojado en su dedo elector. Tendrá la verdad un triste y antiguo refrán: Dios los cría y ellos se juntan.

martes, 10 de septiembre de 2013

ENAJENADOS


 
Nos quitan todo pero nos ofrecen temas de conversación. Enajenados, fuera de nosotros mismos, mordemos el anzuelo. Aquí estamos, dando vueltas a la noria cargados con las anteojeras. Dando vueltas a la misma mierda una y otra vez. Reproduciendo el mismo esquema aunque sea en colores diferentes. Formulando el discurso con otras palabras pero repitiendo la misma manera de generar el pensamiento, clones con cáscaras diferentes. Adoptando el mismo patrón de medida, la mediocridad y la mezquindad de los personajes que se nos ofrecen en el escenario. Chapoteando y hozando en el lodazal, con el gesto contrariado, con la voz desencajada, una y otra vez repitiendo el mismo tema, las mismas palabras.

Es verdad, no se trata de una crisis coyuntural sino de la crisis de un modelo económico y social, y no juguemos a engañarnos mordiendo el caramelo que se nos ofrece por muy amargo que sea, se trata de un modelo configurado con elementos individuales: nosotros. Lo personal es político, decía uno de los eslóganes más característicos del movimiento feminista de los años sesenta y setenta, y así es. Nada se cambia si no nos cambiamos nosotros, nada distinto a lo que repudiamos somos si nuestro hacer y nuestra manera de hacerlo es similar a la del resto de los mortales. El sistema que hemos creado es consustancial a las personas que lo han hecho y, paralelamente, a las personas que ese mismo sistema ha generado. Incapaces de crear, incapaces de salir del camino trillado, de elaborar un pensamiento diferente, de pensar incluso. Incapaces para la bondad, para la empatía, para la conmiseración. Las mismas aspiraciones, el mismo odio, la misma abominación. Incapaces para la complejidad, para los matices. El mismo simplismo, la misma banalidad, consumidores de la propaganda que se nos vierte en el abrevadero. Incapaces para la poesía, incapaces para imaginar, para la trascendencia. Agotándonos en un nosotros que permanece cerrado sobre el sí mismo que establece la granja. Incapaces de sufrir y crecer, incapaces de renunciar. Pegados al cristal del escaparate aunque este se vacíe, aunque vacíen nuestros bolsillos.

Aceptando la estatura moral e intelectual de los modelos que se nos ofrecen, jugando a la alternativa sin salir del establo, a la oposición con miedo a dejar de formar parte del rebaño. Superando no sé qué problema sin superarnos a nosotros mismos. Anclados en la añoranza del pasado. Enajenados, sin dominio de nosotros mismos, marionetas en manos ajenas, títeres de cachiporra golpeándonos unos a otros, colgándonos por ello medallas de latón.

martes, 3 de septiembre de 2013

LA SOMBRA DEL NADIE



 
Cuando en la soberbia de la juventud uno se establece en señor de las grandes cosas, los grandes ideales, los grandes proyectos, los grandes éxitos, los grandes reconocimientos, desprecia el casi infinito mundo de detalles que las rodea. ¿Qué valor han de tener si a la vuelta de la esquina nos espera la  gloria? Y, sin embargo, las pequeñas cosas ahí permanecen, se mueven silenciosas a nuestro alrededor a la espera de su momento. Nos movemos sobre ellas como si no existieran, como si fueran una cosa menor y, sin embargo, son el sustrato que nos constituyen, las que van nutriendo nuestra sustancia, la esencia que somos más allá de las edades por las que pasamos. Sonreímos todo ufanos ante ellas convencidos de su futilidad, la intrascendencia de un beso en la mejilla, la trivialidad de una caricia o una sonrisa, la puerilidad de una fotografía, la insignificancia del objeto barato que guardamos en un cajón, las miramos con un punto de desprecio envanecidos por la edad. Esas pequeñas cosas a las que no es necesario dedicar ni tiempo ni espacio ni palabras porque cada minuto lo es perdido y cada sílaba un desperdicio. Cargadores de la vanidad hasta que nos encontramos a Marte envuelto en pañal. ¿Qué fue del dios de la guerra ahora siervo de sus inmundicias?

La vida te devuelve a las pequeñas cosas, el retorno a la infancia donde los que te rodean crecen mientras tú disminuyes, crece tu necesidad de ellos aunque tú juegues a ocultarlo, viajas hacia la nada aunque pretendas tapar con baladronadas ese descenso. Has de vaciarte para desprenderte de lastres, para evitar el golpe contra el suelo, para reiniciar el vuelo con alas de otro yo. Ni tú has de ser el mismo ni el mundo que te rodea lo será, has viajado al mundo de los detalles, de lo nimio, de lo pequeño, donde nada volverá a ser igual porque el mundo se ha dado la vuelta, lo insignificante crece hasta enseñorearse de la vida y esas grandes columnas sobre las que pretendías sustentar tu palacio van reduciéndose hasta desaparecer, Lilliput se transforma en Brobdingnag y Brobdingnag en Lilliput y es tu mundo ese de las pequeñas cosas y es el mundo de todos, y redescubres términos que creías añejos, piedad, misericordia, ternura y experimentas el valor de una sonrisa cuando te sientes humillado.

Qué fue de la armadura con la que te protegías y con la que te sentías invulnerable. Qué del yelmo que resguardaba tu talento. Qué de la fuerza con la que te engalanabas, de la garra con la que te enfrentabas a los contratiempos. Qué del genio con el que te pensabas invencible, del temperamento que desenrollabas en cada paso. Qué del poder que te esperaba, de la energía que infundía temor. Qué de la lanza con la que amenazabas, de la antorcha con la que hacías cenizas tus miedos.

Humo, simple humo, vanidad con la que te recubrías, arrogancia del inmaduro, vana fantasía con la que edificabas castillos.

Cuando tu cuerpo te pesa es la caricia voraz la que te llena y no el trono sobre el que te sientas. Cuando tu orina te rodea es esa sonrisa la que te prendes como la joya deseada y no la corona. No eres nadie y desde ese nadie puedes armarte y armar a alguien. Es el tierno soplo del otro quien te revive, es el susurro quien da cuerpo a tu lenguaje. Nadie, tan pequeño como el que más, el tú que siempre se escondió bajo el disfraz, el que queda al descubierto tras el desmorone de cada cáscara. Nadie, el que puede llorar sin ocultarse. Nadie, el que se equivoca y es siervo del perdón. Nadie, al que abrigan. Nadie, al que socorren. Nadie, insignificante eslabón, humilde ladrillo. Nadie sin ellos, nadie sin mí. Nadie, la pluma que acaricia el vendaval. Nadie, la gota que orada el granito. Nadie, la sombra que alumbra el sol. Nadie siendo alguien. Nadie, el germen de un bonito porvenir.
Imagen: Venus y Marte. Boticelli; siglo XV. National Gallery (Londres)

lunes, 15 de julio de 2013

DECLARACIÓN DE DEBERES HUMANOS

La declaración de derechos humanos supuso un paso esencial en el desarollo de la hitoria de la humanidad, paso que desgraciadamente no ha repercutido en todos por igual, para una gran mayoría de ella no pasa de ser una retórica y más aún, una insultante retórica en la medida en que muestra el enorme desequilibrio existente y que, de alguna manera, viene a justificar ese desequilibrio. La declaración adquirirá pleno significado en la medida en que se vaya ampliando y no pueda ser utilizada de manera subliminal para justificar ese estado de cosas. Frente a esa Declaración se impone, especialmente en el mundo desarrollado, sustentado sobre unos inagotables derechos extendidos hasta el acto más ínfimo y egoísta, una Declaracióm de Deberes Humanos que nos obligue a replantearnos el hoy y el mañana al que vamos dirigidos, los cadáveres que dejaremos en el camino y la degradación y el destrozo que traerá como resultado. En el año 2006 mi amigo Rafael González Jimenéz elaboró la siguiente propuesta que bien podría irse tomando en consideración. A su memoria, siempre entrañable y poderosa.

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DEBERES HUMANOS

               Rafael González Jiménez


PREÁMBULO:

Conscientes de que en el mundo no podrán alcanzarse los Derechos Humanos       -sobre todo por parte de los pobres y desheredados de la Tierra- mientras no haya una conciencia clara y un compromiso decidido hacia el cumplimiento de los deberes humanos -sobre todo por parte de los ricos e instalados en la prosperidad, habitantes de una pequeña parte del planeta-, exponemos la siguiente Declaración Universal de Deberes Humanos, esperando pueda ser tenida en cuenta por todos y considerada siempre como premisa ineludible antes de reclamar cualquier derecho. Entendemos que estos deberes no sólo deben asentarse sobre principios éticos y morales de evidente valor, sino que pueden defenderse igualmente desde la inteligencia y la razón más pragmáticas, buscando la convivencia más positiva, el progreso más eficaz y la vida más cómoda y feliz para todos. Desde nuestro punto de vista, algunos de los más importantes Deberes Humanos podrían ser los siguientes:

·      PRIMERO:

Cualquier persona, por el mero hecho de haber nacido hombre o mujer, tiene el inexcusable deber de considerar a todos y cada uno de los demás seres humanos como sus iguales, y reconocerles, en todo momento y situación, su intrínseca dignidad de personas, independientemente de su raza, nacionalidad, sexo, edad, religión, creencias o cualquier otra condición personal o social.

·      SEGUNDO:

Toda persona tiene el deber de considerar su destino, individual y colectivo, inevitablemente ligado al de los demás seres humanos; tanto los que actualmente pueblan la Tierra como  los que la habitaron a lo largo de la historia o puedan habitarla en el futuro, reforzando así el sentimiento de especie, la solidaridad en el espacio y en el tiempo con los iguales, la gratitud hacia los que le precedieron y el sentido de responsabilidad hacia los que están por llegar.

·      TERCERO:

Todo ser humano tiene el deber de sentirse parte del medio natural y social que le cobija, esforzarse en entender las complejas relaciones que le unen a ese medio y ser consciente de las consecuencias que en el mismo pueden tener sus acciones, procurando dirigir éstas hacia la defensa y mantenimiento de dicho medio en las mejores condiciones posibles, así como al desarrollo y progreso de la vida en sus múltiples formas.

·      CUARTO:

Toda persona tiene el deber de evitar, en lo posible, cualquier tipo de daño, ofensa o molestia a sus congéneres  -si ello no fuera, en algún caso, estrictamente necesario para atender un deber mayor -, procurando no poner su interés, deseo o comodidad personal por encima de las necesidades y derechos de los  otros. Antes bien, buscará por todos los medios a su alcance hacer la vida lo más agradable posible a aquellos con quienes se relaciona, cumpliendo siempre las normas y reglas que han sido formuladas para la convivencia positiva, la paz social y el bien de todos.

·      QUINTO:

Cualquier persona tiene el deber de demostrar su humanidad apoyando y defendiendo siempre a los más débiles, tanto si dicha debilidad tiene su origen en causas físicas o biológicas como si se refiere a situaciones de déficit cultural, económico o social, oponiéndose a todo tipo de discriminación, marginación o abuso.

·      SEXTO:

Toda persona tiene el deber inexcusable de contribuir con su esfuerzo y trabajo personal, la aportación de sus ideas y opiniones, la participación social y política y el pago de sus impuestos al desarrollo y progreso del mundo en que vive, tanto en la esfera más próxima como en la más remota, sintiéndose corresponsable de la situación del mundo en que vive, pudiéndose incluir en este deber el de exigir a los políticos, gobernantes y dirigentes sociales la honestidad y el esfuerzo necesarios para alcanzar esos mismos objetivos de progreso y desarrollo.

·      SÉPTIMO:

Cualquier persona debe considerarse a sí misma como agente educativo, aceptando la corresponsabilidad que –detentada fundamentalmente por los educadores tradicionales: padres y profesionales de la educación- busque la máxima coherencia social respecto a los valores, actitudes y normas que se quieren inculcar en niños y jóvenes, más necesitados de modelos reales que de discursos hipócritas.

·      OCTAVO:

Toda persona humana que quiera merecer tal calificativo tiene igualmente el deber de considerarse a sí misma como aprendiz permanente, como sujeto en continuo proceso de descubrimiento, avance y mejora personal a lo largo de toda su vida, tanto en lo que se refiere al conocimiento de sí mismo como del medio natural y social en que se encuentra inmerso, siendo consciente de que con ello contribuye al avance y mejora de toda la humanidad.

·      NOVENO:

Todo ser humano tiene el deber de repudiar la guerra, la violencia y la opresión de cualquier tipo -y en ese sentido la imposibilidad de acceso a los bienes básicos (alimentos, educación, sanidad, vivienda, trabajo...) de tantos millones de ciudadanos del mundo tiene que considerarse como clara e indeseable violencia-, oponiéndose a quienes la ejercen o consienten y haciendo del respeto, la tolerancia, la cooperación y el diálogo instrumentos privilegiados para la concordia y la paz mundial.

·      DÉCIMO:

Conscientes de que los bienes naturales (tierra, agua, aire, recursos energéticos o minerales, etcétera) son limitados y no pertenecen en exclusiva a  una generación o grupo humano concreto, todas las personas se considerarán con el deber de utilizarlos sólo en la medida de sus necesidades, sin derrocharlos, degradarlos o especular con ellos; antes al contrario, se ocuparán de cuidarlos, conservarlos y reponerlos en lo posible como obligado reconocimiento al derecho a la vida de la humanidad futura y de los que viven en otras áreas geográficas.

·      UNDÉCIMO:

Todo ser humano tiene el deber de subordinar la economía, el dinero y el mercado a la dignidad y las necesidades de los hombres y mujeres, actuales y futuros, de todo el planeta. En el mismo sentido el trabajo humano se tomará también como deber, además de como derecho, estimándolo como fuente de realización y desarrollo, más que como objeto de transacción económica, y permitiendo que de sus frutos puedan vivir  todos los que lo ejercen.

·      DUODÉCIMO:

Consciente del regalo impagable que supone la vida, toda persona tendrá el deber de vivirla plena y conscientemente, con una actitud de agradecimiento y alegría, cuidando esa vida en sí y en los demás de forma positiva y responsable. Del mismo modo se considerará un deber humano el de aceptar la muerte de manera serena, evitando prolongar la existencia hasta extremos que contradigan la dignidad y el respeto que toda persona merece.


·      CONCLUSIÓN:

La diligencia a la hora de cumplir estos deberes, puesta siempre antes que la exigencia a la hora de reclamar aquellos derechos, la entendemos como el mayor atributo de una humanidad consciente, responsable y verdaderamente desarrollada.