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miércoles, 12 de junio de 2013

EL SER


Si la razón de ser es la apariencia, la imagen, la cáscara que te envuelve, la figura que te representa, ¿qué soy yo? ¿un proyecto fallido sobre ruedas? Qué soy yo que pueda disimular: carne reblandecida, piernas tropezándose y cayéndose, manos confusas y esquivas, memoria derramándose. Qué puedo aparentar si ya me han visto tal cual soy, cuerpo romo cubierto de heces, poso lastrado en el suelo, estorbo para el desfile, inútil para el cortejo.
Si la razón de ser es el poder, la fuerza, la dominación, el mando, ¿qué soy yo si en todo dependo? Rémora disfrazada de rey, protagonista en la ficción, secundario en la verdad, cautivo de la misericordia.
Si la razón de ser fuera la solidez, la durabilidad, la firmeza, ¿dónde iría yo anegado en lágrimas? Cuerpo desmoronándose y afirmándose en dudas, forma maleable, blando sueño.
Si la razón de ser son los otros, los que han sido y en los que fui, los que son y en los que soy, los que serán y en los que seré; por los que fui, por los que soy, por los que seré, cayados de mis silencios, reverberación de mi voz. Allá donde quedan mis moléculas conforme me voy desmoronando. Fui, soy, seré.
Si la razón de ser es la humildad, la pequeñez, la grandeza aprisionada en lo minúsculo incubando el sueño del big-bang, la capacidad de la pregunta como huellas de las que sigo el rastro, la conciencia de aprendiz que siempre ha de encerrar el maestro, la seguridad del error que siempre antecede al acierto, llegaré a ser lo más cuando deje de ser. Soy en la medida en la que dejo de ser, en la que voy arrancando, una a una, las capas de acero que me recubren y voy quedando desnudo, frágil, humano. Sólo entonces, puedo llegar a ser.
Si la razón de ser es la ductilidad, lo esponjoso, lo apacible, lo tierno, lo que se deja interpelar con cada poro abierto al otro, capaz de adaptarse sin romperse, capaz de acariciar sin arañar, capaz de ser uno y todos ellos, solo y abierto a todos, juicio fluyendo con emociones y edificándose en la racionalidad. Aspiro a ser mientras lo amargo se transforma en dulce, cuando mi dolor arranca una sonrisa, mientras empiezo a cambiar el mundo cambiándome a mí mismo, mientras vivo y por esa razón ya estoy muriendo.


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