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viernes, 18 de septiembre de 2015

DE TRAPOS, RUIDOS Y OTRAS ZARANDAJAS



 
Hasta hace poco Esquerra Republicana insistía en dejar claro que ellos no eran nacionalistas sino independentistas, intentando con ello alejarse de lo que no era sino una incoherencia al identificar nacionalismo e izquierda. Actualmente no he vuelto a oírlo, no sé si en algún momento lo han dicho pero no creo que sea algo en lo que centren su discurso. Yo sólo oigo dos argumentos en los que basar una exigencia independentista, el primero de ellos es económico, la defensa de mi dinero, el expolio, me lo roban, me lo quitan para malgastarlo. Es, en el fondo, el mismo argumento que recriminamos a los alemanes: los europeos del sur derrochan nuestros euros. Es un discurso lógico para Convergencia, la derecha lo fundamenta siempre en ello y digan lo que digan se encuentra en el fondo de sus palabras y de sus tonos; pero es completamente incoherente para la izquierda, que siempre ha hecho gala de la solidaridad, salvo que se fundamente en el segundo argumento: el nacionalismo, la diferencia de raza, credo, idioma o cultura que convierte el otro, aunque no se utilice esa palabra, en enemigo, también contradictorio con un partido de una izquierda que surgió del internacionalismo. El partido del señor Junqueras parece haber asumido ambos argumentos: España es el problema y todo se resolverá una vez que Cataluña se separe de ella, espera una sociedad idílica puesto que los catalanes son una entidad superior y en ese momento dispondrán de todo el dinero que les está siendo expoliado. Obviamente no exponen tan a las claras esa supuesta superioridad pero otra cosa no se puede decir cuando se habla de que España es el problema, que con España Cataluña nunca será “libre” y que bastará con que se separe de ella para que sea libre y próspera. Los españoles somos unos zotes incapaces de ir hacia delante. Todo esto lo comprendo en el partido del señor Mas y su sonrisa chulesca pero no puedo entenderlo en una organización que se llama de izquierdas.
Estos son para mi los pilares básicos del discurso independentista y estos los hace estar junts pel si y encerrar todo lo demás en el desván de la secundario. De eso se trata, de generar animadversión, como en todo discurso nacionalista e insuflar su mística basándose para ello en dos realidades insustituibles: la bandera y el himno; pintar los colores de la primera hasta la saciedad allá donde sea y hacer enardecer el corazón al oír los acordes del segundo. Para eso es necesario el enemigo, otro himno al que pitar y otra bandera que arrancar. Me da igual cuál sea la bandera y cuál sea el himno, ambos serán nacionalismo sin más y ambas cosas no dejaran de ser la primera un trapo y la segunda ruido más o menos acompasado. Me pasé la vida criticando, con razón, el nacionalismo español y ya es hora de hacerlo con cualquier otro y mucho más si estos se hacen pasar por izquierdas. El nacionalismo siempre hace una llamada a la emoción, por eso viene de muy antiguo y perdurará siempre, pero en todo momento será un invento humano con sus propios intereses, lo que hoy es “el voto de tu vida” quizás fundamentalmente sea el voto de sus vidas, de aquellos que quieren pasar a la historia como mesías o como participantes de un movimiento mesiánico y que quieren acaparar más poder, porque no es en otros en los que piensen que ocupen tal cosa. Como siempre se ha hecho se llamará al rebaño para que ocupe las calles, luzca la bandera y cante el himno, se le inducirá para que pite el del enemigo mientras yo luzco una sonrisa de satisfacción y todo eso lo venderé como un movimiento de contestación, de rebeldía. Cuando alcanzado el objetivo y yo me dé cuenta de que estoy envuelto en lo mismo que criticaba ya será tarde. Se reproducirán los mismos esquemas, la sociedad podrá tener los mismos problemas, porque el malvado, si lo hay, también iba conmigo, y el joven rebelde que se envolvía para luchar en la senyera hoy es el conservador que la defiende ante los que la abuchean. No hubo racionalismo ni hubo sensatez y cordura (el seny que antes tanto se citaba) porque no interesaba, la sociedad se maneja mejor en un estado emocional masivo, en esa situación el racionalista siempre podrá ser tachado de traidor. El voto sí fue histórico pero no fue el de mi vida aunque otros si supieron sacar tajada de él y las banderas que ondeábamos hoy, como cualquier trapo, han envejecido.

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